En la Argentina, el cáncer de próstata es el tumor maligno más frecuente en hombres y ocupa el tercer lugar en cuanto a mortalidad. Como la probabilidad de padecerlo aumenta con la edad, es de vital importancia conocer no sólo sus síntomas, que pueden pasar desapercibidos en estadios tempranos, sino también aspectos clave sobre la prevención, diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad que, detectada a tiempo, tiene un buen pronóstico. La próstata es una glándula del aparato reproductor masculino que se ubica por debajo de la vejiga y por delante del recto. Contiene células que producen parte del líquido seminal que protege y nutre a los espermatozoides. Su tamaño puede cambiar a medida que el hombre envejece. El cáncer en ese órgano se origina por la malignización de ciertas células prostáticas.
Si bien no se conocen las causas exactas que lo originan, existen factores de riesgo que favorecen su desarrollo:
Edad: es el principal factor de riesgo. Las probabilidades de padecerlo aumentan considerablemente a partir de los 50 años.
Etnia: El cáncer de próstata es más frecuente en hombres con ascendencia afroamericana.
Antecedentes familiares: el riesgo de un hombre es mayor si su padre o un hermano tuvieron la enfermedad, o si tiene antecedentes familiares de otros cánceres como el de mama, páncreas, u ovario. Por lo tanto, cada vez hay más evidencia que respalda la implementación del asesoramiento genético para el manejo del cáncer de próstata.
Dieta: se estima que los hombres que llevan una dieta rica en frutas y verduras pueden tener un riesgo menor de desarrollar la enfermedad en comparación con quienes consumen gran contenido de grasa animal o carne.
Mientras que en etapas tempranas el cáncer de próstata por lo general no presenta síntomas, en estadios más avanzados pueden aparecer problemas para orinar, sangrado en la orina, o disfunción eréctil. Sin embargo, estos síntomas son inespecíficos y pueden deberse también a problemas no oncológicos.
En el marco del Día Mundial del Cáncer de Próstata, que se celebra cada 11 de junio con el objetivo de sensibilizar a la sociedad, la mayoría de los especialistas recomiendan que a partir de los 50 años todos los hombres dialoguen con su médico de confianza sobre las pruebas de detección temprana para el cáncer de próstata. Y que aquellos con una historia familiar de cáncer de próstata o de mutación BRCA, inicien sus controles a los 40 años.
A diferencia de lo que ocurre con los cánceres típicamente femeninos como el de mama o cuello de útero, no hay un consenso claro sobre el screening para detectar el cáncer de próstata. Por eso, se aconseja que los métodos de detección y diagnóstico precoz sean individualizados según cada paciente.
El método más utilizado para la detección precoz es la medición en sangre del antígeno prostático específico (más conocido como PSA)*. Los niveles normales de PSA varían según la edad y otras afecciones y puede elevarse en condiciones benignas como por ejemplo la hiperplasia prostática (agrandamiento de la próstata). Por lo tanto, un aumento del PSA no significa necesariamente tener cáncer. El médico podrá complementar la evaluación con un examen físico y eventualmente con un estudio por imágenes. El diagnóstico definitivo será dado por una biopsia donde se extrae una muestra de tejido para su análisis.
“Es recomendable consultar con el urólogo quien podrá asesorar al paciente sobre la mejor manera de controlar la salud de su próstata. Si se diagnostica en forma temprana, las chances de curación y sobrevida son altas”, asegura el Dr Gonzalo Vitagliano, jefe de la sección de Oncología y Urolaparoscopia del Hospital Aleman. Y añade: “Hoy por hoy las pruebas para detectar alteraciones en los genes de reparación del ADN son importantes para identificar a los pacientes que pueden beneficiarse de tratamientos innovadores y específicos para este tipo de alteraciones. También es importante para evaluar el riesgo de otros miembros de la familia, así como el riesgo de desarrollar otros cánceres asociados”.