Asesoró la Licenciada, Liliana Kitay, para Swiss Medical Group, M: 3.006
Según el Ministerio de Salud de la Nación, en nuestro país se estima que 40.000 personas mueren cada año por enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco y alrededor de 110 por día. Muchas son las medidas que se toman desde el Estado para desalentar el consumo: subas de precio, propagandas de shock, prohibición de hacerlo en lugares cerrados. Sin embargo, las cifras descienden pero muchos fumadores no se alertan ante éstas medidas. La aparición de drogas como el bupropión o los chicles y parches ayudan a cesar los síntomas físicos ante la falta de nicotina, pero ¿qué sucede con el deseo psicológico de fumar?.
Más allá de la dependencia física que todo adicto tiene, existe una dependencia psicológica mucho más fuerte y difícil de vencer; la adicción al tabaco es mayor a la generada por la cocaína.
El tabaquista tiene una triple dependencia: química, psicológica y social. La primera corresponde directamente con la adicción al tabaco, en específico a la nicotina. En el caso de la dependencia psicológica, se trata de algo mucho más complejo, que es la relación del paciente con el objeto. Por último, el aspecto social se relaciona con la aceptación del hábito dado que su consumo es legal.
Aspectos psicológicos y físicos
Cuando un fumador decide dejar de fumar emprenderá una lucha consigo mismo. A las pocas horas que deje el tabaco comenzará a desintoxicar su cuerpo, lo que generará ciertos cambios sistémicos claramente visibles. Disminuirá la presión arterial, comienza a normalizarse el monóxido de carbono, mejora el olfato y el aspecto de la piel, sin embargo, aquí también comenzará lo que se conoce como el síndrome de abstinencia.
El fumador que deja el tabaco puede experimentar:
Todos éstos síntomas forman parte del consumo psicoactivo, que es la búsqueda del cuerpo para obtener la droga y el estímulo asociado al consumo que ante la falta de la sustancia se generan estímulos. Los tratamientos con ciertos fármacos, parches o chicles ayudan muchas veces a los tabaquistas a lidiar con el síndrome de abstinencia.
Cuando los deseos físicos de fumar se vayan desvaneciendo con el tiempo, entrará la adicción psicológica, mucho más fuerte y difícil de vencer. ¿Qué se puede hacer? y ¿Por qué es tan fuerte?.
La dependencia psicológica al cigarrillo es mucho más fuerte que la que se tiene físicamente. El fumador traslada la relación sujeto – objeto, en donde el cigarrillo pasa a controlarlo completamente. En vez de ser el “sujeto” quien decide cómo y cuándo utiliza al “objeto”; la relación se invierte de tal manera que el cigarrillo pasa a controlarlo. Si los cigarrillos están ahí el tabaquista los fumará y buscará las ocasiones y momentos para poder hacerlo.
El cigarrillo comienza a ser parte de “su ser”, si deja de fumar puede tener el miedo de “dejar de ser”, no logra imaginarse sin ellos porque estuvieron ahí en cada aspecto que los necesitó, se volvieron parte de su identidad y su ser. El tabaquista relaciona al cigarrillo con la personalidad, la familia, las costumbres o el trabajo. Para esta persona toda situación que involucre estrés, toma de decisiones, angustia, frustración, felicidad o aburrimiento; es buena para fumar.
¿Cómo hará para enfrentar una decisión difícil sin un cigarrillo previo?, ¿qué hará ante una frustración?, ¿cómo encarará una mala noticia?. Todos estos aspectos son los que el tabaquista debe resolver y que pueden llevarlo a caer. No sólo debe racionalizar el hecho de que el tabaco es completamente nocivo para su salud, sino que además debe dejar esa parte de su personalidad e intentar crearla sin un cigarrillo.
Etapas para dejar de fumar:
En una primera fase se encontrará con la negación. El tabaquista es consciente de los daños del cigarrillo pero no puede dejarlo. Quiere y no quiere, fantasea con controlar su consumo o cree que nada le pasará. Es necesario que el paciente resuelva estas cuestiones, que evalúe los beneficios de dejarlo frente a los de seguir con la adicción y logre que éstos le ganen a los deseos.
Una vez que la motivación de dejar de fumar se impone, se llega a la decisión de realmente hacerlo. En la etapa de contemplación, el fumador empieza a coquetear con la idea de dejar el hábito. Los pros que tendrá en su salud ganan sobre las ganas de seguir fumando y comienza a planificar como iniciará el tratamiento.
Se debe anotar cada cigarrillo que se fuma, a qué hora, en que situación, cuál fue el sentimiento que lo llevo a fumar y marcar cuantitativamente el grado de deseo. En complemento, debe hacer de su hogar un espacio libre de humo e incomodarse para poder saciar sus ganas.
Cuando el tabaquista logre racionalizar su hábito, podrá pasar a la etapa de acción y elegir el “Día D”.
Es importante pedir ayuda y sentirse contenido tanto en su ámbito social como familiar. El tabaquista que deja de fumar se sentirá irritable, con cambios de humor, depresivo, ansioso o frustrado, desconcentrado, puede tener cambios en el peso y el apetito. Todos estos síntomas son propios del síndrome de abstinencia por el que pasará, ya que su cuerpo pedirá nicotina y la falta de ella modificará la conducta. Si bien la nicotina desaparecerá del cuerpo a las 72 horas, éstos síntomas pueden mantenerse por lo menos los 2 primeros meses, ya que aquí comienza a actuar la dependencia psicológica.
El fumador debe advertir cuales son las señales de que puede haber una recaída, posiblemente sienta que piensa todo el día en el cigarrillo o que en determinadas situaciones de la vida este no servirá de ningún consuelo.
Una crisis, un duelo, pérdida de trabajo, repetir experiencias placenteras o bien creer que ya se “domina” la adicción pueden dar la falsa creencia de volver a fumar. El fumador no debe olvidar todo el esfuerzo que realizó para llegar hasta allí y negarse a volver a ser un adicto.
La etapa de acción dura 6 meses, en dónde se debe ser completamente consiente que una sola pitada es volver a fumar. Luego se pasará a la de mantenimiento, en donde se va perdiendo el deseo de fumar, para finalizar en la de terminación, en donde ya no hay deseos frente a un estímulo.
El paciente no tiene que deprimirse si tiene una recaída, es normal en cualquier adicción pasar por esta etapa. Lo importante es no retomarlo y continuar en la senda de dejar de fumar.
Beneficios psicológicos:
Ejercicios frente al Craving (ataque de ansiedad):
Beneficios a la salud:
*Mejora el gusto y el olfato
*Desaparece la tos de fumador
*Es más fácil subir escaleras y caminar varias cuadras sin cansarse.
*El pelo y la ropa huelen mejor.
*Mejora el aspecto y la salud de su piel