La profesora del Departamento de Células Madre y Biología Regenerativa de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, logró identificar junto con Richard Lee, profesor de la Escuela de Medicina de la misma institución, una proteína que revierte algunos de los efectos del envejecimiento en el corazón de ratones.
“En muchas maneras, hacerse viejo es visto como una consecuencia inevitable de la vida, y la noción de que algunas de estas características se pueden revertir nos demuestra que el control del envejecimiento es más amplio de lo que nos podemos imaginar”, le dijo la especialista a BBC Mundo.
En realidad, Wager quería probar que el corazón no se podía regenerar con sangre joven. “Intentábamos descifrar cómo respondían otros tejidos que sabemos pueden rejuvenecer. Al tener uno que no responde te ayuda a descartar una respuesta relevante de una que no lo es”.
Pero se equivocaron, el corazón no sólo respondió, sino que lo hizo “increíblemente rápido”. En 30 días se empezaron a apreciar los cambios.
Cuando inyectaron la proteína (llamada GDF-11) en ratones viejos que desarrollaron inflamación y engrosamiento del músculo (hipertrofia cardíaca) -de forma similar que ocurre en seres humanos-, los corazones redujeron su tamaño y espesor hasta parecerse al músculo sano de los ratones más jóvenes.
“Creo que lo que hemos hecho es descubrir al menos una parte del proceso que nos lleva a determinar los cambios específicos de envejecimiento en diferentes tejidos. Esto es muy emocionante porque nos abre una puerta”
“En este estudio pudimos demostrar que una proteína que circula en la sangre está relacionada a ese proceso, y si la suministramos a ratones podemos revertir el envejecimiento del corazón en muy poco tiempo”.
“Nosotros descubrimos que esta protenía esta presente en niveles muy altos de sangre joven y con la edad va disminuyendo su concentración”, explica Wager. “Es un miembro de la familia de proteínas que ha venido siendo estudiada entre otras cosas por sus propiedades curatorias”.
La GDF-11 tiene una mayor presencia en las células de la sangre y en tejidos que están llenos de esta células.
Los especialista sabían que con la edad el corazón se hace más grande, así como sus células y sus paredes se vuelven más gruesas.
.
“Cuando vimos esta respuesta de rejuvenecimiento, la cual se puede producir exponiendo el corazón viejo a sangre joven o exponiendo el órgano sólo a GDF-11, nos dimos cuenta que las células individuales se redujeron y así como las paredes del corazón y el órgano se empequeñeció”, cuenta Wager.
“Lo que más nos sorprendió fue la rapidez del proceso”. Un factor importante desde el punto de vista terapéutico.
“Si ya estás pensando en un tratamiento para una persona mayor, no quieres que tarde décadas en hacer efecto”, agrega la científica.
Por otra parte, un resultado en cuestión de un mes significa, para los especialistas, que el sistema es muy sensible a los cambios en el torrente sanguíneo.