Irían destinadas a bautizar la infección, síndrome o enfermedad que afecte a humanos, sin detección previa en esa población, siempre que tenga un impacto potencial en la salud pública y no cuente con un nombre de uso común.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han dictado las buenas prácticas para bautizar la infección, síndrome o enfermedad que afecte a humanos, sin detección previa en esa población, siempre que tenga un impacto potencial en la salud pública y no cuente con un nombre de uso común. Se trata de minimizar el estigma en zonas concretas o su impacto en el turismo y evitar que afecte negativamente a grupos étnicos, profesionales o regionales.
La OMS quiere alentar a los científicos, a las autoridades, a los medios de comunicación y a otros actores, a seguir estas directrices al nombrar a nuevas patologías. Así, si se establece una denominación inapropiada o si una patología no tiene nombre, la OMS podría decidir uno temporal y recomendar su uso. No obstante, el nombre elegido podría no ser escogido por elInternational Classification of Diseases(ICD), ya que no pretenden interferir o reemplazar el sistema.
El nombre de la patología deberá ser una combinación de términos e incluir uno genérico y otro específico descriptivo si se considera que no habrá cambios en la epidemiología.En los casos en los que el patógeno sea conocido deberá incluirse en el nombre, que además deberá ser corto y fácil de pronunciar. La OMS también pide que se evalúen los acrónimos.
Sugiere asimismo que no se incluyan localizaciones geográficas -fiebre española o encefalitis japonesa- ni nombres de personas -enfermedad de Chagas o de Creutzfeldt-Jakob-, especies o comidas -encefalitis equina, gripe porcina-, referencias industriales o culturales o términos que sugieran miedo -mortal, epidemia-.