El último informe del Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia y el Uso de los Antibióticos de las Naciones Unidas advirtió sobre el agravamiento de la resistencia antimicrobiana, un problema sanitario de alcance mundial al igual que la pandemia de coronavirus.
La resistencia a los antibióticos es un problema multicausal que también necesita un abordaje múltiple. Y, en este sentido, el avance en tiempo récord que la industria biofarmacéutica logró con la inmunización contra el Covid señala una de las estrategias para mitigar esta crisis: el desarrollo de nuevas vacunas.
Así como los virus mutan, como estamos viendo hoy con el SARS-CoV-2, las bacterias también lo hacen y, entonces, los antibióticos dejan de ser eficaces frente a ellas. Esto es un proceso natural, pero se está viendo acelerado en los seres humanos por el mal uso de los antibióticos. Esto ocurre por varias razones:
Como enfrentar el problema
n primer lugar, estos medicamentos sólo deben ser utilizados bajo prescripción médica y los médicos deben indicarlos correctamente. Los pacientes deben seguir las recomendaciones de los profesionales, cumplir con los calendarios de vacunación y con el resto de las medidas preventivas de las infecciones (como el lavado de manos, el consumo de agua segura y la higiene de los alimentos).
De parte de los Estados, no sólo deben instrumentarse medidas de concientización y políticas públicas para garantizar por ejemplo el saneamiento y el acceso a las vacunas, sino también instrumentar planes de vigilancia de las infecciones.
De parte de la academia y la industria, la demanda está puesta en el desarrollo de nuevos antibióticos para tratar las bacterias que hoy se han vuelto resistentes. No obstante, es imprescindible cumplir con todos los puntos anteriores para que los nuevos antibióticos no pierdan efecto en el futuro. En este sentido, la industria biofarmacéutica ha mostrado un fuerte compromiso y el año pasado lanzó una alianza multisectorial para lograr el desarrollo de entre dos y cuatro antibióticos nuevos para 2030.
Las vacunas, un aliado
Si bien hoy en día hay una fuerte apuesta en investigación y desarrollo de nuevos antibióticos, otra área en la cual la industria también está invirtiendo recursos es en el desarrollo de vacunas.
Las vacunas existentes contra enfermedades bacterianas han logrado reducir la cantidad de infecciones y también el uso de antibióticos para tratarlas. Dos claros ejemplos son el de la vacuna triple bacteriana, incluida en el Calendario Nacional de Vacunación, que previne la difteria, el tétanos y la tos convulsa, y la vacuna antineumocócica, indicada para aquellos grupos de riesgo con mayor riesgo de complicaciones graves.
Además, por su propio mecanismo de acción, son menos vulnerables a la resistencia que los antibióticos. Esto se debe a que una sola mutación clave puede afectar la acción terapéutica de un antibiótico, en tanto que para que esto ocurra en una vacuna debe producirse un conjunto de mutaciones significativas.
Vacunas en desarrollo
Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) de Estados Unidos identificaron en un informe de 2019 a tres bacterias en el nivel de máxima preocupación debido a la resistencia antimicrobiana, y a otras 11 bacterias y un hongo con un nivel de peligro serio.
Estas son algunas de las bacterias para las que se está investigando actualmente en vacunas que puedan prevenirlas.
En conclusión, las vacunas bacterianas y virales previenen y reducen el número de infecciones, disminuyen la prescripción de antibióticos y minimizan la presión selectiva de los antibióticos que puede conducir a la resistencia de los patógenos. Y vale recordar que, en tanto se alcancen elevadas tasas de vacunación en la comunidad, las vacunas no sólo protegen a quien está inmunizado, sino también a quienes no lo están a través de la inmunidad de rebaño.