(La Nación) A poco más de una semana de haber notificado al mundo sobre una nueva cepa del coronavirus detectada en el país, más infecciosa, el Reino Unido anunció que el brote en su territorio estaba fuera de control y ahora lo confirmó con cifras: según las autoridades de Inglaterra, la cantidad de pacientes internados ya es mayor a la de la primera ola.
El número de hospitalizados por Covid-19 superó la marca del 12 de abril, cuando había alcanzado los 18.974, con 20.426 personas internadas y además el número de contagios también llegó a un nuevo récord: 41.385, según cifras oficiales.
Desde el inicio de la pandemia, más de 2,3 millones de personas se contagiaron y 71.000 murieron en el país.
“Muchos de nosotros perdimos a miembros de la familia, amigos, compañeros y, en un momento del año en el que normalmente estaríamos celebrando, mucha gente se siente naturalmente angustiada, frustrada y cansada”, declaró el director general del servicio nacional de salud británico, Simon Stevens.
“Y aquí estamos de nuevo en el ojo del huracán con una segunda ola de coronavirus arrasando a Europa y a este país”, añadió.
Los servicios hospitalarios están “muy, muy cargados”, declaró por su parte Matthew Kershaw, responsable de un hospital en Croydon, al sur de Londres, y habló en diálogo con la BBC de un “momento difícil”.
En este contexto los hospitales están cancelando procedimientos no urgentes para hacer espacio para los pacientes. El doctor Nick Scriven, expresidente de la Sociedad de Medicina Aguda, dijo ayer que el creciente número de hospitalizados era “extremadamente preocupante”.
El fin de semana anterior a Navidad el primer ministro británico, Boris Johnson, y sus asesores científicos confirmaron que una variante del coronavirus, que podría ser hasta un 70% más contagiosa, se estaba propagando rápidamente. Sin embargo afirmaron que no se cree que sea más mortal o que cause una enfermedad más grave.
Tras ello las autoridades anunciaron la adopción de estrictas medidas de restricción social en Londres y el sudeste de Inglaterra, mientras que los planes para reducir las limitaciones durante las fiestas en todo el país cambiaron drásticamente o se desecharon por completo.