Se estima que cerca de 800 mil argentinos presentan alguna forma de psoriasis, una enfermedad que puede comprometer considerablemente la calidad de vida de las personas, impactando muchas veces en la vida íntima y de pareja, en su vida social y en las relaciones laborales de los pacientes.10 Además, incrementa el riesgo de desarrollar condiciones crónicas como artritis psoriásica, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Por eso, los especialistas recomiendan no conformarse si no se logra controlar adecuadamente la enfermedad.
El Dr. Edgardo Chouela, Profesor Titular Consulto de Dermatología de la Facultad de Medicina de la UBA, refirió que “como en otros ámbitos de la vida, hay pacientes con psoriasis que son muy proactivos y buscan siempre el mejor control posible de su condición. Pero muchos otros, en cambio, eluden enfrentarse con el problema o se acostumbran a un estado de salud deteriorado. Algunos se someten a tratamientos insuficientes, como pueden ser aquellos a base de tópicos, o son mal tratados con terapias alternativas, como la homeopatía. Otros directamente deciden recibir solo atención psicológica, atribuyendo el origen de la psoriasis a causas psicológicas, cuando en realidad es una enfermedad sistémica y autoinmune, de origen genético, en la cual, por supuesto, lo psicológico puede impactar empeorando un cuadro o desencadenando un brote, pero nunca puede ser considerado la causa de la patología”.
“La persona habla más por su piel que por su boca. El grado de afectación de la calidad de vida del paciente con psoriasis es enorme. Diferentes estudios, tanto locales como internacionales, coinciden en el elevado impacto que esta enfermedad provoca en las relaciones familiares, sociales y laborales. La psoriasis puede dañar mucho la vida de los pacientes porque es estigmatizante y genera en ocasiones discriminación”, insistió el Dr. Chouela, quien también es Director del Centro de Investigaciones Dermatológicas.
La psoriasis es una enfermedad autoinmune, crónica, inflamatoria y no contagiosa, que compromete fundamentalmente la piel con síntomas como picazón, ardor y dolor. Generalmente, se manifiesta en codos, rodillas, piernas, cuero cabelludo, zona baja de la espalda, la cara, las palmas de las manos y las plantas de los pies. Se puede presentar a cualquier edad y afecta por igual a hombres y mujeres; tampoco distingue ni grupos étnicos ni niveles socioeconómicos
Particularmente, los más afectados son aquellos que padecen la forma denominada moderada a severa, donde la sintomatología es mucho mayor y donde un grupo importante de pacientes manifiestan no alcanzar los resultados esperados con las medicaciones disponibles.