El primer ministro de Salud argentino nació el 7 de marzo de 1906 en un hogar humilde de la ciudad de Santiago del Estero, se recibió de médico en Buenos Aires, completó su formación en Europa y falleció el 20 de diciembre de 1956, pobre, enfermo y exiliado en Belem do Pará, en el norte de Brasil.
El 17 de octubre de 1945, la fecha en que el peronismo irrumpió en la vida política argentina, el médico santiagueño ocupaba la jefatura del Servicio de Neurología del Hospital Militar, desde donde al año siguiente presenció la llegada al poder de Juan Domingo Perón, quien le propuso quedar al frente de la Secretaría de Salud Pública. Desde ese organismo, que en 1949 se convertiría en el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación, Carrillo creó y puso en marcha el Plan Analítico de Salud Pública, que permitió identificar problemas como la falta de camas en los hospitales y el deterioro de las instalaciones sanitarias, además de la inexistencia de insumos y personal calificado.
Durante su gestión, entre 1946 y 1954, se duplicó el número de camas hospitalarias existentes en el país, al pasar de 66.300 a unas 132.000. Además, en apenas dos años, con campañas sumamente agresivas se logró erradicar una enfermedad endémica como el paludismo, prácticamente desapareció la sífilis y las enfermedades venéreas, mientras que el índice de mortalidad por tuberculosis disminuyó de 130 a 36 por cien mil. También se consiguió terminar con epidemias como el tifus y la brucelosis, en tanto que la mortalidad infantil se redujo drásticamente, de 90 a 56 por mil.
Carrillo basó el rol del Estado en materia sanitaria sobre tres pilares: medicina preventiva, medicina social y atención materno-infantil. Además, elaboró un diseño arquitectónico desconocido en el país y bajo ese concepto se crearon 234 hospitales o policlínicos gratuitos espaciosos y funcionales. Hoy, millones de argentinos se atienden en instituciones sanitarias creadas por Carrillo.