(INFOBAE) El Reino Unido acaba de confirmar que el cubrimiento facial no será obligatorio en las escuelas primarias, luego de que uno de los asesores científicos del país asegurara que “abrir las ventanas sería mucho más efectivo para reducir la propagación del COVID-19 en las escuelas que hacer que los niños usen máscaras faciales”.
El profesor Calum Semple es especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Liverpool y miembro del Grupo Asesor Científico para Emergencias del Reino Unido (SAGE por sus siglas en inglés) y dijo no ser “un fanático de pedir a los niños pequeños que usen máscaras” e insistió en que existen mejores estrategias para controlar el virus.
Si bien en el inicio de la pandemia, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) enunciaba que “el uso de mascarillas faciales durante brotes de enfermedades virales como la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) se demostró en estudios científicos que sólo es efectivo para proteger a los trabajadores de la salud y reducir el riesgo de que pacientes enfermos diseminen la enfermedad” y aconsejaba su uso a “las personas que tienen síntomas respiratorios como tos, estornudos o dificultad para respirar, las personas (incluidos los familiares) que brindan atención a personas con síntomas respiratorios y los trabajadores de la salud, cuando ingresan a una habitación con pacientes o cuando tratan a un individuo con síntomas respiratorios”, el organismo incurrió luego en varias contradicciones acerca de la recomendación del tapabocas en personas sanas.
Eduardo Lopez es médico infectólogo pediatra (MN 37586) y ante la pregunta de este medio señaló que “las estrategias para minimizar los contagios en las escuelas son múltiples, no exclusivamente el uso del barbijo elimina el riesgo, como tampoco lo hace la burbuja, ni la ventilación de los ambientes”. “Creo que la estrategia para disminuir el riesgo en las aulas tiene que ser de tipo múltiple -insistió-. A los chicos hay que enseñarles como una actividad lúdica a utilizar el barbijo, el lavado frecuente de manos, la limpieza de sus pupitres de forma sistemática, a trabajar con el concepto de burbuja, tener las aulas ventiladas lo máximo posible, que los chicos hagan su recreo al aire libre con concepto de burbuja y los padres de los alumnos que tengan cuadros respiratorios o diarreicos deben saber que es buena conducta que no vayan a las escuelas porque pueden estar comenzando un cuadro de COVID y contagiar”.
Y tras considerar que “haberse tomado la decisión de vacunar a los maestros también aporta a disminuir el riesgo de contagio de los maestros a los chicos”, el especialista aclaró que “el riesgo nunca se elimina, pero si se suma el uso del barbijo, más la ventilación de las aulas, lavado frecuente de manos, distancia social, vacunación de maestros creo que son todas medidas que hacen que se minimice el riesgo de contagio en forma significativa”.
El médico infectólogo y epidemiólogo Edgardo Schinder (MN 38667) es master en Salud Pública Internacional y junto a otros colegas realizó una investigación (ver final nota) sobre los efectos adversos del uso de mascarillas faciales para infecciones virales, en la que concluyeron que “el empleo de mascarillas faciales para protección de infecciones aerógenas -en este caso del denominado COVID-19- y particularmente en personas sanas, ha actuado con más perjuicios que beneficios. Y que esto ha sido más característico para mujeres y para personal de salud independientemente del tipo de máscara, de la clase social, el nivel educativo y de las otras variables analizadas”.
De un total de casi mil encuestados en la Argentina, el 55.5% atribuyó inconvenientes y molestias por el uso de barbijos. Asimismo, “fue muy elevada (52%) la significación de los que padecieron dolores de cabeza, cefaleas, jaquecas y migrañas”, al tiempo que el 38% manifestó sensación de ahogo, sofocación y de falta de aire.
Y mientras el 58.6% de los encuestados declararon irritabilidad por el uso de la máscara, un 52.5% refirieron fatiga y agotamiento de algún carácter con el uso de los barbijos.
“Una de las consecuencias más uniformes del uso de máscaras faciales es la cefalea, dolor de cabeza, jaquecas y migrañas -puntualizó Schinder-. En nuestra serie estuvo relacionado con la duración de horas de uso diarios, en particular en quienes adoptaban las máscaras más de ocho horas diarias (59.3%) y se diferenciaban con quienes lo dedicaban menos de dos horas diarias (41.9%) o entre dos a cuatro horas diarias (41.8%) o el resto de los usuarios de labor entre cuatro a seis horas (60.6%) o de seis a ocho horas diarias (61.6%)”.
Insistió en que “los niños de la escuela primaria tienen el menor riesgo frente al virus tanto para ellos mismos como para la sociedad”. “Están saliendo datos realmente buenos que muestran que los niños tienen la mitad de probabilidades de contagiar el virus y un tercio de probabilidades de contraerlo -remarcó-. Así que no soy un gran admirador de que los niños pequeños usen mascarillas”.
Y en ese sentido, agregó: “Si tuviera que invertir en una sola actividad para mejorar el medio ambiente tanto para los niños como para los adultos, estaría buscando mejorar la ventilación, abriendo las ventanas, mejorando los intercambios de aire; esa sería una forma mucho más eficaz de reducir la transmisión en las escuelas”.
Cuando se le preguntó sobre el riesgo para los maestros, refirió que los datos muestran que “la escuela como lugar de trabajo no representa más riesgo para las personas que los que tiene la sociedad en general, que lleva a cabo su vida diaria y su entorno de trabajo normal”.
No hay evidencia de que las escuelas abiertas impulsen la propagación del coronavirus en la comunidad en general en el Reino Unido, dijeron los asesores de SAGE la semana pasada.
En un estudio de las ausencias de alumnos y maestros causadas por pruebas positivas de Covid, los investigadores dijeron que las infecciones confirmadas en las escuelas no condujeron a brotes más grandes. En cambio, hubo evidencia de que lo contrario era cierto, lo que sugiere que los alumnos y los maestros tenían más probabilidades de infectarse en otros lugares.