Thérèse llegó al centro de aislamiento de Médicos sin Fronteras (MSF) en Gueckedou, a un kilómetro del hospitalde Guinea-Conakry, con un cuadro avanzado de Ébola, un virus que puede matar al 90% de sus víctimas y que nunca había llegado a una ciudad. Estaba embarazada. Contrariamente a lo que sugerían todos los pronósticos, tuvo a su bebe y sobrevivió.”Dio a luz dentro del centro y salió viva. No es frecuente”, cuenta por Skype desde ese paupérrimo paraje de África Fernanda Méndez Boggi, una obstetra argentina que integra la misión de MSF que combate en la primera línea contra esta enfermedad.
El virus emergió de la selva tropical y está aterrorizando a la población de cuatro países africanos: Guinea, Liberia (donde acaban de cortar los pasos fronterizos para tratar de detenerlo), Sierra Leona y Nigeria.
En el Caribe y América Central, otro virus amenaza con extenderse: el chikungunya, con más de 350.000 casos desde 2013, cuando se registró la transmisión en la región. Y en el otro extremo del planeta, en la península arábiga, el MERS, que causa infecciones respiratorias, era desconocido hasta 2012.
Nacida en Lincoln, provincia de Buenos Aires, Méndez Boggi no es nueva en África. Viaja hacia allí desde 2002, siempre en misiones humanitarias. Hoy vive en Almagro con su marido, oriundo de Angola y al que conoció en una de esas incursiones. “Quise trabajar en MSF desde que tenía 18 años, antes de empezar la carrera”, cuenta.
Fernanda es una de las decenas de médicos, enfermeros y técnicos que están haciendo frente al temible brote de Ébola que desde febrero causó más de 672 muertes, incluyendo la del doctor Samuel Brisbane, que se encontraba al frente de las operaciones en Liberia.
El trabajo es extenuante. Están disponibles 24 horas por día para hacerse cargo de las personas que consultan por síntomas sospechosos y de los que se alojan en los dos pabellones del centro de aislamiento.
“Nos levantamos a las seis y media, y siete y cuarto ya estamos en el centro -dice-. El equipo que está de guardia a la noche nos cuenta las novedades y después nos quedamos hasta que haga falta.”
Para evitar el contagio, no tienen contacto físico con los enfermos ni con compañeros de trabajo. “Si tenemos que hacer un procedimiento, utilizamos guantes y máscara -detalla Fernanda-, y con las personas que están aisladas utilizamos un traje que parece de astronauta: botas, un overol amarillo impermeable, material que nos protege y evita que cualquier parte de nuestro cuerpo se exponga a los fluidos de los pacientes.”
EL HOMBRE RETORCIDO
El chikungunya (que significa “enfermedad del hombre retorcido”) puso en estado de alerta a toda la región. Transmitido por los mosquitos Aedes aegypti y albopictus (los mismos del dengue), se presenta con síntomas inespecíficos, que generalmente son benignos, pero puede dejar una pesada herencia de artralgias y hasta artritis reumatoidea entre quienes lo padecen.
“No es una enfermedad nueva -explica desde su oficina en Washington el doctor Sylvain Aldighieri, coordinador del área de Respuesta y Alerta sobre Brotes de la OPS-. Fue caracterizada en los años 50, pero a fines de 2000 se detectaron brotes importantes en Tailandia, Vietnam, China del Sur y Filipinas. Entre 2004 y 2007 se extendió a la costa del Índico, Madagascar y a la isla de Reunión, que es un territorio francés. Finalmente, observamos que este virus, cuando está el vector, puede tener una epidemiología explosiva. La tasa de ataque puede llegar hasta más del 40% de la población afectada cuando ésta no tiene inmunidad previa. Es decir, en un país donde nunca ha circulado o ha circulado hace generaciones.”
El continente americano recibió desde 2006 hasta 2012 varios casos importados, pero nunca hubo transmisión local hasta diciembre de 2013, cuando en la parte francesa de la isla de San Martín se comprobó la transmisión local del virus a partir de una cepa asiática. “Desde del brote inicial -detalla Aldighieri-, se diseminó muy rápido a otros territorios de habla francesa del Caribe, como Martinica. Guadalupe, la Guayana Francesa, en tierra firme, y otras islas de habla inglesa, como la Dominica y, a partir de marzo o abril, a otras de mayor población, como La Española (que comparten República Dominicana y Haití).”
Según el especialista de la OPS, la dinámica de la epidemia sugiere que cuanta mayor población hay en un país más casos se producen y se multiplica la probabilidad de “exportar” el germen. En este momento, ya hay transmisión local en todas las Guyanas, en el estado de Florida, Estados Unidos (dos casos y casi 80 importados), y en América Central en El Salvador, Costa Rica y Nicaragua.
“La enfermedad está progresando; todos los países que tienen el mosquito están en riesgo -advierte Aldighieri-. Y en este continente únicamente Canadá y Chile continental no lo tienen, porque en la isla de Pascua está. ¿Cuáles van a ser los factores que influirán en el inicio de un brote? El clima (como para el dengue, la temporada de calor y de lluvias, cuando hay más mosquitos, es la más propicia) y el número de insectos; es decir, donde los programas de control no sean tan eficientes.”
En Arabia Saudita, por primera vez los médicos comenzaron a recibir hace dos años pacientes aquejados de una nueva patología respiratoria aguda cuyos síntomas principales son fiebre, tos, dificultad para respirar y problemas digestivos. Un año más tarde se identificó el agente causal de este cuadro que se llamó Middle East Respiratory Syndrome (MERS). Se trata de un coronavirus que puede transmitirse de persona a persona.
El 2 de mayo de este año se reportó el primer caso importado a los Estados Unidos en un viajero que llegaba de Arabia Saudita, y nueve días después en otro pasajero que llegaba de la misma región. En la actualidad hay casos autóctonos en la península arábiga, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Omán, Jordania, Kuwait, Yemen, Líbano e Irán, e importados en Gran Bretaña, Francia, Túnez, Italia, Malasia, Filipinas, Grecia, Egipto, los Estados Unidos, los Países Bajos y Argelia.
Según cifras de la OMS, ya atacó a 837 individuos y produjo 291 muertes. Se sugirió que las personas infectadas lo habrían contraído de camellos. Pero ése podría ser sólo el comienzo de la historia…
MICROBIOS AL ACECHO
“Los humanos somos cada vez más -dice Pablo Goldschmidt, virólogo graduado de farmacólogo y de bioquímico en la UBA, pero que desde hace tres décadas vive en París-. La gente se va a las ciudades, pero también a lugares muy alejados. Esto implica que se pone en contacto con nuevos microbios y, sobre todo, con mosquitos. Muchísimos mosquitos de la selva y del bosque son zoófagos, comen sangre de animales (monos, vacas, cerdos…). Pero ahora muchos se convirtieron en lo que se llama «antropohematófagos»: se alimentan de sangre humana, porque es más fácil. Así, algunos que nunca habían estado en contacto con el humano ahora sí lo están. Es lo que se llama «domesticación del mosquito». Uno de ellos es el Aedes aegypti. La filogénesis indica que viene del África subsahariana, de la zona del Sahel. Y cuando uno cultiva su sangre comprueba que tienen el virus de la fiebre amarilla, pero también el del dengue y del chikungunya. Se lo consideraba un mosquito banal, pero transporta las tres enfermedades.”
¿Y el Ébola? Goldschmidt explica que es un filovirus del que hay cinco cepas: Zaire, Reston, Bundi, Sudán y Tailandia. Desde el primer brote en Sudán, en 1976, hubo otros 20 con una mortalidad de hasta 90%. Los cinco tipos se encuentran en la sangre del murciélago de la fruta.
“En el mundo hay unas 12 familias de murciélagos y ya se aislaron 200 familias de virus de su sangre -afirma el investigador-. Hoy se puede decir que los murciélagos de la fruta son la fuente más importante de las zoonosis emergentes. El Ébola pasó a la población humana después del contacto con animales infectados y se extendió por contacto directo con la sangre, orina, sudor, semen e, incluso, en algunos casos, por la leche materna. Ahora se sabe que el virus también se transmite de una persona muerta.”
Y luego subraya: “El MERS se encuentra en la sangre, tos y saliva de camello. Pero los camellos vienen del África subsahariana. Un grupo fue a la zona y vio que hay infectados y no infectados. Estos últimos estaban cerca de plantas de fruta y todos los murciélagos de esa zona tenían el virus del MERS en la sangre”.